lunes, 12 de diciembre de 2011

(2ª parte) "24 horas antes de una corrida de toros"

http://cososdeextremadura.blogspot.com/2011/11/24-horas-antes-de-la-corrida-de-toros.html   

... Sobre el toreo se ha dicho de todo. Torear, es calmar las ansias que uno lleva dentro, echar el alma por la boca; escuchar los sentimiento más íntimos y profundos, quieto, en soledad, ante el toro bravo y noble. Jugar con la suerte, que puede traer la muerte sin contemplaciones. Un desafío a la vida; una satisfacción por vivir la vida intensamente, como uno quiere, hasta que a uno le de gana dejar de quererla o sea quitada por el toro.

La esencia del toreo requiere dominio y poder, saber amoldar la embestida y el recorrido del toro, templar su acometida, su fuerza y velocidad. Es mandar con decisión, conocer los terrenos y las distancias adecuadas para mejorar el torero, es cruzarse ante la mirada y las astas del toro, es dar hondura al recorrido. El toreo es poesía, música, cante y baile, carencia, elegancia, gusto; es técnica depurada, conocimiento de las suertes y pases de capote y muleta. Es arte del bueno. “Duende” como se dice.
El secreto está en saber recoger al toro y llevarlo donde el no quiera ir; sin dejarse tocar los engaños, el capote y la muleta.

Es desviar su embestida, nunca esquivarla; es conocer las castas, las características de las diferentes ganaderías, fieros o mansos, agresivos o suaves, bravos y nobles. Es traer y llevar al toro al lugar que uno quiere para mejor interpretar el arte torero. "Es en ruedos de gloria, donde guarda el toreo toda su historia". En todo esto está encerrada la teoría del toreo.


Sin el toreo, no existiría la torería. Torería es mantener el tipo, frío. Cautivo, con garbo y compostura, sin eludirlo, afrontándolo, asumiendo el riesgo con el valor suficiente, el justo, ni más ni menos. Con inteligencia, la cabeza …..pensando fríamente lo que se está haciendo y lo que hay que hacer. Ni descuidos, ni respiros; no perder nunca la cara del toro; fijo de piernas y pies; clavado en la arena, ciñendose al toro, graciosamente en la cintura, enroscándoselo en la faja y moviéndose con airoso contoneo, de riñones encajados, de barbilla hundia.

Un torero ha de tener valor, inteligencia e intuición propia, su propia estetica a la hora de interpretar lo que entiende por torear...


Continuara






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