espesa y densa
se eleva la plaza
sobre el espinazo
quebrado de la cordillera.
Envuelta en sábanas de luz
acoge en su seno
una multitud ansiosa
que no puede callar.
Húmeda y mineral,
labra pasiones y destinos,
se ilumina de dudas e incertidumbres.
En ella,
un hombre y un toro,
transparentes en su zureo,
se desafían y combaten,
trajinan de sol a sombra,
y se hieren, atávicos,
en rituales de infame devastación.
Poema de Antonio María Flórez
Sacado del libro Tauromaquia (pag. 104)
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